Mujeres Creadoras: su obra, su vida.

Juan Carlos López

GUILLERMINA QUEZADA

(Cuenca, 26 de septiembre de 1943) Artesana herrera, nació y vivió en Cuenca, en el tradicional barrio de las herrerías, actividad que aprendió de su madre y su padre que también se dedicaron esta labor. Desde edades tempranas estaba ligada a la comercialización de la producción y luego a la elaboración de la misma.

Contrajo matrimonio con el artesano herrero Rodrigo Guerra Fernández y ambos se especializaron en la elaboración de adornos en hierro: cruces, faroles, lámparas, que aunque no generaba grandes ingresos económicos, les permitía mantener su hogar. Guillermina Quezada y su esposo tuvieron tres hijas Lourdes, Marina y Joanna Guerra Quezada, sus tres “Marías”, de ellas ninguna aprendió el oficio de su madre y de su padre.

Con la muerte de su esposo, las personas cercanas a Guillermina le sugieren cambiar de actividad porque les parecía demasiado pesada para una mujer debido a que el trabajo con el hierro implicaba martillar, doblar y tallar dando forma al metal para obtener figurillas hay que tomar en cuenta que en la forja de hierro se mantienen prácticas y herramientas desde la colonia; sin embargo ella decide continuar con el trabajo en su taller.

Guillermina comerciaba su trabajo en lugares tradicionales de Cuenca como la Plaza Rotary, la “9” (Mercado 9 de Octubre); las personas preferían sus obras por el acabado de sus piezas y en la actualidad la gente que conoce su trabajo la busca para adquirir piezas para adornar sus casas y también para enviar a otros países del mundo.

Con el paso del tiempo, decidió comerciar sólo en su casa, ubicada en el barrio tradicional de quienes trabajan en la forja de hierro, denominado “Las Herrerías”, lugar en el que Guillermina creció y desarrolló su conocimiento y habilidad para dar forma al acero y hierro usando la forja, el yunque y la mordaza.

En la actualidad el trabajo en la herrería le permite cubrir sus necesidades y los gastos que le ocasiona su enfermedad (Diabetes), además en su taller ha integrado a jóvenes que estudian y que encuentran en este espacio la facilidad de tener tiempo para prepararse y la posibilidad de pagar los gastos que ocasionan sus estudios.

Guillermina recibe constantes visitas de turistas nacionales y extranjeros que desean conocer su trabajo y sus obras; la herrería que ha sido considerada un arte para hombres por la utilización de la fuerza física, en el barrio Las Herrerías tiene también un rostro de mujer, cuya obra aporta a mantener una tradición, a la vez que enriquece la arquitectura con sus cruces y su representaciones en hierro, surgidas de manos creadoras de esperanza y bienestar.

Signos contrahegemónicos

Si caminamos por la tradicional calle de las herrerías encontraremos casi un 100% de hombres dedicados a este arte, este hecho obedece a que históricamente la forja de hierro ha sido considerada una actividad para hombres, el aporte de Guillermina es romper con esa idea, porque con su trabajo ha demostrado que no existen trabajos exclusivos, y que la inclusión e incursión de las mujeres y de los hombres en labores no tradicionales (estereotipadas) es una de las claves para eliminar la discriminación en cada espacio.

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